SUZURI BAKO.

 

La caligrafía es considerada como un arte con entidad propia en Japón y como tal ha estado relacionada con otras artes que han permitido una convivencia sublime para la presentación de esta, por eso los utensilios y las cajas utilizadas para la conservación y preparación de este ritual, son arte en sí mismos, pudiendo decirse que son Arte al servicio del Arte. Esto se debe en gran medida a que la escritura de los caracteres es en ocasiones tan compleja, que se requiere una enorme destreza para realizar la escritura de un modo correcto. Al estar tan bien considerada, todo el ritual y los objetos que rodean al arte caligráfico están considerados con enorme dignidad y estima y su realización y producción es extremadamente cuidadosa y con los más refinados y exquisitos materiales.

 

 

Las cajas de escritura, Suzuri Bako, que literalmente podría traducirse como, caja con piedra de tinta, pueden encontrarse generalmente en dos tipologías básicas. Una se corresponde con las sencillas cajas sin alardes decorativos ni ornamentos, realizadas en madera con la piedra para la tinta, utilizadas únicamente en la intimidad del hogar o el estudio y cuya función eminentemente práctica no requiere de lujos decorativos. El otro grupo, lo conforman modelos más transportables y utilizados en ambientes públicos o de especial relevancia social, por lo que son auténticas joyas del arte del lacado y otras técnicas suntuarias.

 

La piedra de tinta, podría considerarse el elemento principal sobre el que cobra sentido un conjunto caligráfico, en torno a ella, pues de ella nace la tinta que dará vida a los textos o dibujos, se dispone el resto de utensilios y por ello suele ocupar el espacio principal y central en una caja de caligrafía. Las piedras podían estar hechas de diferentes materiales como barro, porcelana o incluso piedra pómez. Son por lo general piedras de color negro con un grano muy fino. El grano de la piedra de tinta se considera de suma importancia para la producción de una tinta espesa que rápidamente se torna fina, pero es fundamental que la piedra posea unas características concretas que generen una tinta optima, ya que si fuera demasiado dura la tinta producida sería demasiado espesa, si fuera demasiado blanda sería necesario mucho tiempo para generar la tinta y si fuera demasiado porosa la tinta producida se secaría con excesiva rapidez haciendo imposible trabajar con ella.

 

Las piedras de tinta más utilizadas y conocidas son la Amahata ishi y la Akama ishi. Los yacimientos mas significativos de Akama se encuentran próximos a Shimonoseki en la prefectura de Yamaguchi, y los de Amahata cerca del Monte Fuji en la prefectura de Yamanashi. La piedra Akama ha sido excavada y extraída desde el periodo Kamakura, suele presentar un color rojo o púrpura que siempre se ha comparado con el de las célebres piedras chinas Duan, mientras que las piedras Amahata más oscuras, recuerdan al otro tipo chino más famoso, las piedras She.

 

La superficie ligeramente abrasiva facilita la molienda de las barras de tinta sólida conocida como sumi con la ayuda de agua como imprescindible agente liquido aglutinador, que permite la utilización de la tinta en estado acuoso. Las barras de tinta sumi, pueden tener diferentes composiciones, aunque lo más común es que sea de procedencia vegetal, pudiendo en algunos casos tener también componentes y partículas de origen animal complementándose las composiciones con alguna esencia perfumadora como el choji, que es la planta del clavo japones o el sándalo. La barra se mueve frotando un extremo por la piedra, fruto de la rugosidad y la fricción de ambos elementos y la adición del liquido, se genera la tinta que se acumula en una depresión que la piedra tiene en uno de sus lados sirviendo como depósito en el cual mojar el pincel. La cantidad de agua añadida determina como es lógico, la fluidez de la tinta.

 

 

Como ya se ha dicho, la piedra es el elemento fundamental y más importante de un conjunto caligráfico, en torno al que gira todo lo demás. La piedra, en cierto modo, determina la personalidad y el estilo del artista por la textura que a la tinta otorga, algo muy particular y especialmente valorado por los grandes maestros y entendidos ya que la tinta es la que otorga la “vida” a cada obra, con los distintivos matices de cada artista. Además la piedra adquiere un matiz tremendamente simbólico, como un elemento eterno que siempre permanece por encima del resto de elementos de vida efímera como puedan ser la de los pinceles fude o las barras de tinta sumi que se muelen e inexorablemente van desapareciendo con su uso.

 

Otros de los elementos que forman parte de un conjunto de escritura, son un pequeño depósito o recipiente cuentagotas para contener el agua denominado suiteki, un cuchillo de pequeño tamaño que puede llamarse kogatana o tosu y un soporte que permite apoyar cunado no se está utilizando, la barra de tinta y que recibe el nombre sumi-basami.

 

Los Suiteki son piezas que por sí mismas pueden en ocasiones ser obras de arte en miniatura, auténticas piezas de orfebrería incluso. Son pequeños recipientes cerrados en su totalidad a excepción de dos pequeños orificios, uno para dejar que el aire salga, para facilitar el llenado y para controlar la cantidad de agua que se vierte a la mezcla de tinta. Los materiales en que están fabricados pueden variar notablemente, casi siempre realizados en metal, desde los más comunes, bronce y latón hasta otros más nobles como la plata o incluso el oro. También es frecuente encontrar ejemplos de cerámica o porcelana y siempre se depositan en la caja en un pequeño espacio similar a una bandeja de la misma superficie que el suiteki hecha de un material similar. Las formas del suiteki son enormemente variadas, con básicos ejemplos geométricos cuadrados o circulares, hasta complicadas miniaturas que asemejan frutos, objetos o incluso figuras, siendo en estos casos la labor de labrado del metal extremadamente compleja y combinando en muchos casos de gran nivel diferentes técnicas y materiales de trabajo del metal.

 

 

Los pinceles fude, son otra de las herramientas fundamentales en el conjunto que componía un Suzuri-Bako, ya que es es el medio que permite transportar la tinta desde la piedra al papel. Estos fude pueden presentar diferentes formas y su fabricación se considera incluso un arte independiente por la complejidad que puede llevar hacer una correcta selección de los diferentes tipos de pelos de animales que se utilizaran, perro, lobo, conejo, ardilla, marta, tejón, gato… y las diferentes combinaciones entre ellos, algo determinante en la flexibilidad y manejabilidad del producto final que a la postre es determinante en el resultado.

 

 

En lo referente al apartado artístico y decorativo, estas cajas de escritura están construidas en madera lacada ricamente decoradas con técnicas de lujo y elevada técnica como el makie, desde los más simples kinmakie o taka makie hasta los más complejos shshiai togidashi makie incluyendo otras ricas y elaboradas técnicas que se complementan como las incrustaciones de madre perla raden, la cascara de huevo rankaku y otras. En muchos casos, los mangos de los utensilios también están adornados con makie, y la decoración de todo el conjunto está cuidadosamente estudiada para complementarse temática e iconográficamente.

 

Las cajas de escritura que se desarrollaron en Japón experimentaron un desarrollado más perfeccionado con respecto a los modelos chinos, en los cuales los denominados como los "cuatro tesoros de estudio", pincel, barra de tinta, piedra de tinta y papel, se guardan generalmente en los escritorios sin cajas ni otras parafernalias más allá de su eminente función practica. En Japón sin embargo, las cajas de escritura fueron adquiriendo una función decorativa tan importante o incluso más que la funcional, fruto de la cual existen multitud de ejemplos de especial belleza y enorme importancia histórico artística.

 

Tanto para los calígrafos y pintores, principales consumidores de este material fundamental en el desarrollo de su obra, bien sea escrita o bien pictórica, la calidad de la piedra de tinta así como la de la barra de tinta, son fundamentales, ya que afecta indefectiblemente y de forma directa a la textura de la tinta preparada por la “comunión” de ambos elementos.

 

En China, las primeras piedras piedras conocidas para producir tinta, eran de barro y se conoce su uso desde el siglo VII con la dinastía Tang 618-906. Otros tipos de piedras bastante apreciados como la toba volcánica y una amplia variedad de la familia de las pizarras, también fueron utilizadas, aunque su uso quizá quedara más limitado a concretas áreas geográficas donde se localizasen canteras o yacimientos de estos materiales concretos. Otras piedras de materiales más inusuales, fueron también utilizadas, como el cristal, jade o también otras piedras preciosa que conferían a los conjuntos exquisitos toques de lujo y refinamiento. Durante el periodo Song, se experimentó un auge en la producción de piedras, realizadas por expertos que no dudaban en plasmar su firma en ellas como distintivo de excelsa calidad y experto conocimiento en la elaboración de estos utensilios.

 

 

 

En Japón, el uso de piedras de tinta de barro comenzó igualmente durante el siglo VII, siendo la más utilizada y predilecta por la mayoría hasta los siglos X o XI. Las piedras de tinta se pueden dividir en dos grupos principales: las importadas de China y las piedras eminentemente japonesas.

 

En lo referente a su formato, las piedras de tinta se hicieron en varios modos, siendo el más común el rectangular aunque también las había redondas, ovaladas o incluso de tipo figurativo. A veces, toda la forma de la caja de escritura giraba en torno a la piedra interior, ajustándose la forma de la caja a la propia piedra de tinta.

 

Se tiene constancia de la existencia y utilización de cajas de madera para escritura en Japón al menos desde comienzos del siglo noveno. En algunas pinturas del período Heian 794-1185, se aprecian con claridad imágenes de cajas de escritura lacadas. Uno de los ejemplos más antiguos que sobreviven es un retrato del periodo Heian del monje budista Jion Daishi 632-682, en el templo Yakushiji de Nara, donde se pueden ver diferentes instrumentos de escritura en una pequeña caja de laca.

 

 

Una caja que se ha conservado del periodo Kamakura 1185-1333, decorada en makie y madre perla raden, es el tipo que marcó el modelo mayoritario que posteriormente se respetaría durante cientos de años, con dos pequeñas bandejas a ambos lados de la piedra, siendo más grande la de la derecha y más pequeña la de la izquierda, y que servían para colocar los pinceles y demás utensilios y otros contenidos. Ya en el período Muromachi 1392-1573, se realizaron multitud de ejemplos brillantes de cajas de escritura decoradas por excelentes artistas maestros de makie, no obstante y paradójicamente, a pesar de tratarse de un periodo de auge, las fuentes escritas y pictóricas de la época en su mayoría muestran utensilios de escritura importados de China.

 

 

Posiblemente, la fuente de mayor riqueza informativa para hacerse una idea de como eran las decoraciones de muchas de estas cajas, sean obras literarias clásicas, como poemas escritos que a su vez se representan visualmente, pero la composición a menudo contenía caracteres en cursiva ocultos que debían ser leídos con los elementos pictóricos. Una de las particularidades más asombrosas y sorprendentes de la decoración, es la continuidad del tema representado en el interior de la tapa y de toda la caja, en muchos casos en un grado de detalle y calidad tremendamente superior al mostrado en el exterior, en ocasiones muy simples y sencillos, y esto es algo que va intrínsecamente relacionado con la mentalidad japonesa y el concepto del perfeccionamiento y la importancia por el lado interno de las cosas, algo que podría chocar con la mentalidad occidental en la que la belleza exterior ha tenido primacía en la mayoría de los análisis y juicios estéticos.

Son muchas y muy variadas las disposiciones que pueden encontrarse en el interior de las cajas , con bandejas asimétricas a ambos lados de la piedra, una sola bandeja grande o paneles de apoyo y compartimentos para apoyar todos los utensilios. Desde el siglo XV, en el cual la compartimentación interior queda muy definida para incluir utensilios tanto japoneses como de origen chino, la evolución de estos objetos ha ido transformando su concepto desde el básico utilitarismo a una mayor valoración estética que empieza a ser mucho más marcada según transcurre el periodo Muromachi en el cual se convierten en objetos de coleccionismo altamente valorados y realizados por maestros con nombre propio muy apreciados y valorados.

 

Ya en el periodo Edo 1603-1868, las cajas experimentan una evolución en sus formas y estructuras apareciendo con una amplia variedad de diseños con gran atención a las referencias de la literatura clásica como programas iconográficos, así como una gran inclusión de motivos inspirados en la vida cotidiana. Se desarrollaron además a partir de los modelos del periodo Heian, complejos modelos que podían incluir en un solo conjunto, caja de caligrafía, caja para la ceremonia del incienso e incluso unos pequeños braseros hiabchi para utilizarse como caja de tabaco con su pipa kiseru y demás utensilios.

 

Durante el período Meiji 1868-1912, con un marcado influjo occidental, como en todas las artes, aparecen formas innovadoras de cajas, con decoraciones que reflejan las sensibilidades traídas de ultra mar, de corte modernista y temas de estilo europeo, aunque también se dio un florecimiento y recuperación de estilos históricos y temas que recuperaban obras clásicas autóctonas de Japón. Es a a partir de este momento, cuando estas piezas comenzaría a convertirse en objeto de deseo suntuario de coleccionistas occidentales, siendo muy valorados y cotizados por su inmensa calidad artística y belleza estética.

 

      

Texto de: Antonio Clemente Ferrero.